De acuerdo con las últimas predicciones climáticas, el deshielo de la banquisa ártica se va a acelerar en las próximas décadas. La banquisa podría incluso desaparecer totalmente durante los veranos dentro de un par de décadas y el Polo Norte ser sólo un recuerdo dentro de cien años.
Éste fenómeno va acompañado de una reducción de los territorios de vida para los animales polares, de modificaciones en los territorios de caza, de cambios en los modos de vida de las comunidades humanas árticas, las cuales tienen seriamente amenazada su supervivencia futura, por no hablar de otras consecuencias de las que seguramente ya habremos oído hablar, ya que cada vez son más los medios de comunicación que se hacen eco de estas noticias. Me refiero al aumento de las temperaturas, la subida del nivel del mar, cambios en la disponibilidad de agua para beber y para regar…
Pero el deshielo también ofrece nuevas perspectivas y, si bien es cierto que bajo mi punto de vista los perjuicios superan con creces a los beneficios, en un mundo como el que vivimos tan necesitado de fuentes de energía e intercambios comerciales con los que mantener nuestros estilos de vida y ritmos de crecimiento, no me cabe la menor duda de que mucha gente se estará frotando las manos e incluso alguno babeará, pensando en la enorme tarta a la que se le puede hincar el diente si el citado deshielo polar llegara a producirse. Siguiendo con el símil, es como si tuviésemos en nuestras manos una jugosa tarta pero para poder disfrutarla tuviésemos que esperar hasta que se derritiera el envoltorio. El problema es que corremos un alto riesgo de indigestión.
Todo este elenco de nuevas perspectivas al que me estoy refiriendo lo voy a clasificar en dos grupos: Por un lado tenemos la apertura de nuevas vías marítimas que reducirán en gran medida las distancias entre Europa y Asia o entre los Estados Unidos y Asia. Por el otro lado tenemos los yacimientos de petróleo y gas que esconden los fondos marinos del ártico. Vamos con el primer grupo:
Durante siglos, el “Paso del noroeste”, esa vía marítima que permitía atravesar los hielos boreales del Atlántico hasta el Pacífico parecía sólo un mito, una leyenda que acababa con la vida de intrépidos exploradores, que eran derrotados y engullidos una y otra vez por la banquisa. Pero en 2007, los hielos que sellaban esta mítica vía se abrieron por primera vez.
Hace apenas unos días, dos mercantes alemanes procedentes de Corea del sur, atracaban en un puerto siberiano. Podría parecer una simple operación rutinaria pero nada más lejos de la realidad: se trataba de la primera ocasión en la que se transitaba con éxito y sin ayuda de rompehielos por el paso del norte.
Según fuentes autorizadas, esta ruta marítima del norte está lejos de competir con la tradicional vía marítima de Asia a Europa que pasa a través del Golfo de Adén y del canal de Suez. Actualmente ésta ruta sólo es transitable sin ayuda de rompehielos durante un mes y medio, pero si el cambio climático mantiene su ritmo actual, no se descarta que en pocos anhos se convierta durante cuatro o cinco meses en una ruta atractiva. Ahí van unos ejemplos de hasta que punto puede resultar atractiva esta vía marítima del norte:
El paso del noroeste rebaja hasta los 14000km (4200km menos que antes) la distancia entre Tokio y Nueva York y a 13000km la distancia que separa Tokio de Hamburgo (cuando antes era de 21600km).
Desde el puerto japonés de Osaka hasta Rótterdam haciendo la ruta polar se ahorrarían unos 15 días con respecto al actual trayecto a través de los canales de Suez o Panamá.
Vamos ahora con el segundo grupo de nuevas perspectivas:
El deshielo ártico ofrece una oportunidad económica enorme en cuanto a recursos energéticos se refiere. El retroceso de la capa helada del océano dejará al descubierto grandes riquezas: enormes yacimientos de petróleo, grandes bolsas de gas natural e importantes yacimientos mineros.
Se calcula que el ártico alberga el 20% de las cada vez más escasas reservas mundiales de crudo. En términos de número de barriles, podríamos estar hablando de unos 100.000 millones de barriles de crudo, estimaciones que podrían llegar a ser mayores.
La región acumula también 1550 billones de metros cúbicos de gas natural (30% de las reservas mundiales) y 44000 millones de barriles de gas natural licuado (20% de las reservas), volumen que alcanzaría para cubrir las necesidades de la Humanidad durante 14 anhos. El ártico podría ser el futuro proveedor de petróleo y gas del planeta.
Además, en el lecho marino del ártico se esconden importantes yacimiento de oro, plata, níquel, cobre, zinc… e incluso diamantes.
Toda esta situación está provocando una serie de litigios entre varios estados (Rusia, Canadá, EEUU, Dinamarca y Noruega principalmente), los cuales luchan entre sí por hacerse con una porción de la golosa tarta del ártico.
Antes se hablaba del ártico en términos de naturaleza, aventura y desafío. Hoy, esta última frontera se ha convertido en un campo de juego geopolítico donde parece que, de no ponerse remedio, se puede decidir el futuro del planeta.
Alberto Recondo Lago
Éste fenómeno va acompañado de una reducción de los territorios de vida para los animales polares, de modificaciones en los territorios de caza, de cambios en los modos de vida de las comunidades humanas árticas, las cuales tienen seriamente amenazada su supervivencia futura, por no hablar de otras consecuencias de las que seguramente ya habremos oído hablar, ya que cada vez son más los medios de comunicación que se hacen eco de estas noticias. Me refiero al aumento de las temperaturas, la subida del nivel del mar, cambios en la disponibilidad de agua para beber y para regar…
Pero el deshielo también ofrece nuevas perspectivas y, si bien es cierto que bajo mi punto de vista los perjuicios superan con creces a los beneficios, en un mundo como el que vivimos tan necesitado de fuentes de energía e intercambios comerciales con los que mantener nuestros estilos de vida y ritmos de crecimiento, no me cabe la menor duda de que mucha gente se estará frotando las manos e incluso alguno babeará, pensando en la enorme tarta a la que se le puede hincar el diente si el citado deshielo polar llegara a producirse. Siguiendo con el símil, es como si tuviésemos en nuestras manos una jugosa tarta pero para poder disfrutarla tuviésemos que esperar hasta que se derritiera el envoltorio. El problema es que corremos un alto riesgo de indigestión.
Todo este elenco de nuevas perspectivas al que me estoy refiriendo lo voy a clasificar en dos grupos: Por un lado tenemos la apertura de nuevas vías marítimas que reducirán en gran medida las distancias entre Europa y Asia o entre los Estados Unidos y Asia. Por el otro lado tenemos los yacimientos de petróleo y gas que esconden los fondos marinos del ártico. Vamos con el primer grupo:
Durante siglos, el “Paso del noroeste”, esa vía marítima que permitía atravesar los hielos boreales del Atlántico hasta el Pacífico parecía sólo un mito, una leyenda que acababa con la vida de intrépidos exploradores, que eran derrotados y engullidos una y otra vez por la banquisa. Pero en 2007, los hielos que sellaban esta mítica vía se abrieron por primera vez.
Hace apenas unos días, dos mercantes alemanes procedentes de Corea del sur, atracaban en un puerto siberiano. Podría parecer una simple operación rutinaria pero nada más lejos de la realidad: se trataba de la primera ocasión en la que se transitaba con éxito y sin ayuda de rompehielos por el paso del norte.
Según fuentes autorizadas, esta ruta marítima del norte está lejos de competir con la tradicional vía marítima de Asia a Europa que pasa a través del Golfo de Adén y del canal de Suez. Actualmente ésta ruta sólo es transitable sin ayuda de rompehielos durante un mes y medio, pero si el cambio climático mantiene su ritmo actual, no se descarta que en pocos anhos se convierta durante cuatro o cinco meses en una ruta atractiva. Ahí van unos ejemplos de hasta que punto puede resultar atractiva esta vía marítima del norte:
El paso del noroeste rebaja hasta los 14000km (4200km menos que antes) la distancia entre Tokio y Nueva York y a 13000km la distancia que separa Tokio de Hamburgo (cuando antes era de 21600km).
Desde el puerto japonés de Osaka hasta Rótterdam haciendo la ruta polar se ahorrarían unos 15 días con respecto al actual trayecto a través de los canales de Suez o Panamá.
Vamos ahora con el segundo grupo de nuevas perspectivas:
El deshielo ártico ofrece una oportunidad económica enorme en cuanto a recursos energéticos se refiere. El retroceso de la capa helada del océano dejará al descubierto grandes riquezas: enormes yacimientos de petróleo, grandes bolsas de gas natural e importantes yacimientos mineros.
Se calcula que el ártico alberga el 20% de las cada vez más escasas reservas mundiales de crudo. En términos de número de barriles, podríamos estar hablando de unos 100.000 millones de barriles de crudo, estimaciones que podrían llegar a ser mayores.
La región acumula también 1550 billones de metros cúbicos de gas natural (30% de las reservas mundiales) y 44000 millones de barriles de gas natural licuado (20% de las reservas), volumen que alcanzaría para cubrir las necesidades de la Humanidad durante 14 anhos. El ártico podría ser el futuro proveedor de petróleo y gas del planeta.
Además, en el lecho marino del ártico se esconden importantes yacimiento de oro, plata, níquel, cobre, zinc… e incluso diamantes.
Toda esta situación está provocando una serie de litigios entre varios estados (Rusia, Canadá, EEUU, Dinamarca y Noruega principalmente), los cuales luchan entre sí por hacerse con una porción de la golosa tarta del ártico.
Antes se hablaba del ártico en términos de naturaleza, aventura y desafío. Hoy, esta última frontera se ha convertido en un campo de juego geopolítico donde parece que, de no ponerse remedio, se puede decidir el futuro del planeta.
Alberto Recondo Lago
[artigo de opinião produzido no âmbito da unidade curricular "Economia Portuguesa e Europeia", do Curso de Economia (1º ciclo), da EEG/UMinho]
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