Las primeras víctimas de la crisis económica son los inmigrantes. El perfil medio de los nuevos desempleados en España son inmigrantes, hombres y procedentes del sector de la construcción y de servicios.
Si la tasa de desempleo entre los españoles alcanza el 11,3 por ciento, el del colectivo inmigrantes, encabezado por: rumanos, marroquíes, colombianos y bolivianos, asciende al 17,5%, y todo hace pensar que seguirá subiendo, ya que actualmente unas 2500 personas pierden su puesto cada día.
En el sector de la construcción, en el que trabajan muchos inmigrantes el desempleo aumento en un 106% en los pasados 12 meses, y en el de servicios, que también da trabajo a muchos extranjeros.
Esto se nota también en el dinero que los inmigrantes, que suman 5,2 millones de personas, envían a sus países. Según el banco de España, en el primer semestre de 2008 las remesas cayeron el 7,5%.
Otro problema para estos es que en los años del “boom” muchos inmigrantes compraron viviendas y ahora ya no son capaces de pagar las letras, con lo que corren el riesgo de perder sus casas. Peor lo tienen aquellos que incluso avalaron a otros compatriotas que también han perdido su trabajo y se enfrentan ahora a una deuda astronómica. Los mejores parados fueron aquellos en los que su vivienda fue alquilada.
Ante este panorama, el gobierno socialista dio un giro radical en su política de inmigración y aprobó un plan voluntario de retorno que ofrece incentivos económicos a los extranjeros desempleados para que regresen a sus países a cambio de renunciar a sus permisos de trabajo y residencia.
Pero de momento son pocos los que están dispuestos a acogerse a este plan. El argumento es siempre el mismo: en sus países la situación es aún peor y en España disfrutan de un buen sistema de seguridad social al que han apartado de forma sustancial.
De hecho los demógrafos calculan que en un país como España, con un fuerte envejecimiento de la población, harán falta hasta el año 2020 otro 2, 3 millones de inmigrantes laborales para garantizar el actual modelo de bienestar, incluido las pensiones.
Esta reafirma a muchos en su decisión de quedarse y aguantar.
Marta Oliveira Gil
Si la tasa de desempleo entre los españoles alcanza el 11,3 por ciento, el del colectivo inmigrantes, encabezado por: rumanos, marroquíes, colombianos y bolivianos, asciende al 17,5%, y todo hace pensar que seguirá subiendo, ya que actualmente unas 2500 personas pierden su puesto cada día.
En el sector de la construcción, en el que trabajan muchos inmigrantes el desempleo aumento en un 106% en los pasados 12 meses, y en el de servicios, que también da trabajo a muchos extranjeros.
Esto se nota también en el dinero que los inmigrantes, que suman 5,2 millones de personas, envían a sus países. Según el banco de España, en el primer semestre de 2008 las remesas cayeron el 7,5%.
Otro problema para estos es que en los años del “boom” muchos inmigrantes compraron viviendas y ahora ya no son capaces de pagar las letras, con lo que corren el riesgo de perder sus casas. Peor lo tienen aquellos que incluso avalaron a otros compatriotas que también han perdido su trabajo y se enfrentan ahora a una deuda astronómica. Los mejores parados fueron aquellos en los que su vivienda fue alquilada.
Ante este panorama, el gobierno socialista dio un giro radical en su política de inmigración y aprobó un plan voluntario de retorno que ofrece incentivos económicos a los extranjeros desempleados para que regresen a sus países a cambio de renunciar a sus permisos de trabajo y residencia.
Pero de momento son pocos los que están dispuestos a acogerse a este plan. El argumento es siempre el mismo: en sus países la situación es aún peor y en España disfrutan de un buen sistema de seguridad social al que han apartado de forma sustancial.
De hecho los demógrafos calculan que en un país como España, con un fuerte envejecimiento de la población, harán falta hasta el año 2020 otro 2, 3 millones de inmigrantes laborales para garantizar el actual modelo de bienestar, incluido las pensiones.
Esta reafirma a muchos en su decisión de quedarse y aguantar.
Marta Oliveira Gil
[artigo de opinião produzido no âmbito da u.c. "Economia Portuguesa e Europeia", do Curso de Economia (1º ciclo) da EEG/UMinho]
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